Lo sociosomático es aquella alteración, variación física o funcional, producida en un individuo perteneciente a una sociedad determinada, en donde otros individuos presentan semejantes alteraciones, sin relación aparente a aspectos biológicos y/o psicológicos subyacentes, y que tan sólo la estructura social en sí es un diferencial respecto a otras sociedades, donde no se encuentran individuos afectados por dichas alteraciones, o su incidencia es netamente menor.
Se diferencia de las enfermedades psicosomáticas en el sentido que éstas últimas se producen en un contexto individual y su entorno próximo. En la enfermedad sociosomática es el entorno lejano, es decir, la propia estructura de la sociedad la que juega un papel relevante. Teniendo en cuenta que esta estructura es evolutiva, en todo momento las expresiones sociosomáticas serán diferentes.
Siendo como somos hijos de nuestra condición biológica, psicológica y social, parece de peso que la estructura biológica, psicológica y social y sus relaciones mutuas deban tener una relación relevante en la forma de enfermar.
La visión que tenemos de la enfermedad desde un punto de vista biológico (teoría molecular y genómica) nos ha dado grandes satisfacciones. El progreso tecnológico nos ha facilitado, con sus grandes recursos, éxitos asombrosos. Así mismo, la perspectiva psicológica nos ha permitido actuar sobre el individuo y su entorno para mejorar su adaptabilidad al proceso vital.
La sociosomática viene a analizar cuál es la responsabilidad de la propia forma organizativa social en la presentación y desarrollo de diversas nosologías. Interesa, pues, tanto de su estructura, como su desarrollo, y el proceso de interacción que la forma organizativa de la sociedad mantiene con el ámbito psicológico individual y colectivo, así como del estrato biológico subyacente.
Adoptar esta perspectiva permite evaluar y dar respuesta a preguntas tales como por qué una expresión nosológica determinada se da más en una sociedad que en otra, o en una misma sociedad por qué en una épocas fue de una manera y en otras épocas de forma diferente. Siendo como es difícil separar lo social de lo psicológico e incluso de lo biológico, es preciso hacer un esfuerzo analítico para discriminar el peso de cada uno de los ejes en la presentación de las diversas enfermedades. En definitiva, es más un estudio de antropología médica, más que otra cosa, pero en este caso con una intención más próxima al quehacer del médico.
El enfoque sociosomático hace hincapié en las consecuencias que sobre el individuo tiene la forma misma de la sociedad, su estructura evolutiva íntima. El hombre es una unidad bio-psico-social, pero lo social ha evolucionado enormemente, desde las iniciales hordas de homínidos a las conurbaciones actuales. Este salto no tan solo es cuantitativo sino que cualitativo, dando lugar a modificaciones del orden bio-psico-social en esto nuevos niveles sociales o megasociales. De hecho, desde el nacimiento de las primeras ciudades hasta hoy, nuestra expresión como hombres ha cambiado, evolucionado, han aparecido nuevas funciones emergentes y también nuevas disfunciones. Son éstas últimas las propias de la estructura social a la que nos referimos y objeto de nuestro interés.
Es cierto que nuestra forma de vivir sigue siendo mayoritariamente “tribal”, en convivencia con otras “tribus” que conviven con nosotros bajo el mismo techo social. Pero también es cierto que de esta convivencia y bajo este techo común nacen nuevas situaciones que influyen retroactivamente sobre las “tribus” e individuos, así como hacen desarrollarse a la propia estructura que las acoge.
En consecuencia podemos hablar, respecto al enfermar, de su biogénesis, su psicogénesis y su sociogénesis.
jueves, 23 de agosto de 2007
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